viernes, 24 de septiembre de 2010

PRIMER ENCUENTRO


Sin darme cuenta se me hicieron las 10 de la noche, baje de casa con un nudo en el estomago y muy nerviosa. El taxi que me recogía me esperaba en la puerta. Subí sin pensarlo y el taxista se puso en marcha. Sabía perfectamente donde tenía que llevarme, él lo había preparado todo perfectamente.
Salimos de la ciudad, la carretera estaba desierta, pero en mi cabeza habitaban miles de dudas, miles de preguntas que al fin esta noche tendrían una respuesta.
Llegamos a un hotel apartado de la ciudad, el taxista me dio la llave de una habitación. Bajé del coche y me dirigí hacia la puerta, allí me esperaba una hermosa chica que me invito a pasar y cogió mi bolsa de viaje.
La verdad es que el hotel no estaba mal. Tenía una amplia recepción muy bien decorada con sofás clásicos y pinturas en las paredes. Había muchas flores por todos los lados y una gran lámpara colgaba del centro de la habitación. A la derecha habían unas escaleras que daban acceso a las habitaciones y a la izquierda quedaban los ascensores.
La muchacha me dijo que mi habitación estaba situada en la tercera planta. Cogí el gran ascensor y pulse el numero 3. Supongo que como en la mayoría de hoteles el ascensor me aviso cuando paramos en dicha planta.
Cogí aire por la boca y lo expulse por la nariz, tenia los nervios a flor de piel. Por el momento todo había salido como tantas veces habíamos hablado. Solo faltaba encontrarme con él.
Tantas veces lo había imaginado, tantas veces había soñado con él, con aquel momento, que no me podía creer que al fin estuviera ahí.
Recorrí el largo pasillo lleno de puertas, hasta llegar al final que era donde se situaba la habitación número 9. Abrí la puerta con sumo cuidado. Asome mi cabeza hacia el interior. Había poca luz, pero podía distinguir cada detalle. Entre y cerré la puerta tras de mí.
Me paré nada más entrar y mis ojos recorrieron aquella estancia tan bien preparada, parecía un sueño hecho real. Había velas por el suelo de aquella primera estancia y sonaba de fondo una dulce música. Había un aroma que inundaba la habitación e invitaba a relajarse.
Adelante unos pasos más y pude ver otra habitación con una enorme cama llena de pétalos de rosas, y sentí que la música salía de allí. Entre y comprobé que dentro de aquella maravillosa habitación se encontraba una gran bañera llena de agua caliente con mil aromas en ella y una gran cantidad de espuma. Cerca de allí había una mesa con una botella de champan y una notita. Me acerque sigilosa y cogí la nota.
“Mi amor date un baño, relájate, pronto estaré contigo”
Mi corazón palpitaba cada vez más deprisa, mis nervios estaban desbordados. De repente sonaron unos golpecitos en la puerta que me sobresaltaron. Fui abrir. Era la chica de la recepción que me traía mi bolsa, se lo agradecí y se marcho.
Deje la bolsa encima de una mesa y fui al baño. Empecé a quitarme la ropa lentamente disfrutando de aquellos aromas que me invitaban a relajarme.
Una vez desnuda entre en la bañera y me serví una copa de aquel excelente champan. Me recosté y cerré mis ojos. Empecé a relajarme, intente no pensar en nada, pero él se hacía cada vez más presente, deseaba tanto poder verlo, poder tocarlo, tenerlo delante de mí.
Perdí la noción del tiempo imaginándolo conmigo, tanto que no escuche la puerta.
Juan había entrado sigiloso en la habitación. Había ido hasta el baño y estaba en la puerta observándome. Se acerco lentamente a mí y me acaricio la cara con sus labios. Un escalofrió me recorrió y abrí los ojos.
Me encontré con sus ojos verdes, que me miraban con dulzura, con su sonrisa que me iluminaba, al fin lo tenía a mi lado.
Me incorpore en la bañera y Juan se arrodillo en el suelo, cogió mi cara con dulzura sin decir ni una palabra y me beso. Me beso como hacía mucho que no me besaba nadie. Era una sensación de alegría, de victoria, de saber que al fin mi sueño se hacía realidad.
El beso poco a poco se volvió apasionado, intenso, lleno de deseo. Tire de la camisa de Juan y se la quite. Mis manos ardían de deseo de tocar su cuerpo, de sentir su piel ardiente, tenía hambre de él, de hacer nuestras fantasías realidad.
Juan se levanto y se quito apresurado el pantalón y entro en la bañera. Sus manos eran como serpientes en busca de su presa y las mías la presa que huye. Nos deseábamos tanto que las caricias eran torpes, ansiosas de llegar al placer.
Recorrí el pecho de Juan con mis labios, inundándolo de besos, mientras el recorría mis pechos, dibujando mis pezones erectos por la excitación. Su lengua muy hábil jugaba con los lóbulos de mis orejas, haciendo que escalofríos recorrieran mi piel.
Podía notar como la pasión se apoderaba de él, como su excitación crecía a medida que mis manos lo tocaban, que mis labios bebían de los suyos, que mi respiración se convertía en gemidos.
Juan me cogió de las caderas arrimándome a él para que sintiera todo el deseo acumulado durante meses, para que al fin nos uniéramos, para sentirnos el uno al otro, acompasados, dos cuerpos transformados en uno solo.
Nuestros susurros eran como notas de música cada vez más intensas, como un tango en su momento apoteósico, lleno de pasión y desenfreno.
Nos movíamos al mismo ritmo, sin bajar la intensidad, acompañándonos con infinitos besos e innumerables caricias. La habitación estaba inundada de pasión, de calor. Me abrace fuerte a Juan mientras le susurraba en el oído que era todo lo que había deseado, que la esperaba había merecido la pena y que lo amaba con todas mis fuerzas.
Juan mantuvo mi abrazo, mientras me miraba a los ojos dulcemente y me susurraba que me quería, que nunca me fuera de su lado.
Nos quedamos en silencio. Sin movernos, abrazados el uno dentro del otro, disfrutando del momento, de la música de fondo, del aroma que había en la habitación y que habíamos olvidado por completo.
Juan salió de la bañera cogió una gran toalla blanca que había colgada en la pared cerca de la bañera y me invito a refugiarme en ella.
Salí apresuradamente del agua y me deje caer en sus brazos. Me cubrió con la toalla y me llevo hacia la cama. Me tumbé lentamente y Juan se tumbo a mi lado. Nos abrazamos y nos dormimos uno al lado del otro.

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