martes, 31 de julio de 2012

ABRAZOS VAMPIRICOS

Hoy hace 825 años que resurgí de mis cenizas y empecé una nueva vida, una vida eterna, tal vez un castigo por lo que fue o hice en mi otra vida, o tal vez el destino quiso que viviera eternamente por los siglos de los siglos. Recuerdo que estábamos en el 1179, había una gran tasa de mortalidad y sobre todo mucha pobreza. Al nacer yo, mi madre murió, el dr. Que asistió el alumbramiento me acogió y cuidó de mi . estudiaba medicina y ayudaba al Dr. Tofail en su trabajo. En aquel entonces yo tenía 20 años y era una chica muy guapa e inteligente, de cabello rojizo y ojos azules. El Dr. Tofail estaba orgulloso de mí. Eran tiempo difíciles para todos, residíamos en Granada bajo el dominio del fundamentalismo islámico. Dr. Tofail era el médico de cámara y visir del sultán Abu Yusuf. Vivíamos en su palacio sin pasar penurias de ninguna clase. Aquel palacio situado en el centro de Granada tenia unas vistas preciosas. En su interior una sala llena de grandes ventanas daba paso a los visitantes del sultán. En aquel habitáculo había gran variedad de pinturas en sus paredes y esculturas por doquier. Al fondo de la sala una gran escalera cubierta por una alfombra roja llevaba hacia las alcobas. Al final de un largo pasillo estaba mi habitación y dentro de ella otra gran escalera conducía al laboratorio donde trabajaba con el dr. Tofail. El Dr. Era una persona un tanto extraña, casi no se relacionaba con nadie, normalmente siempre salía al ponerse el sol y nunca cenaba en nuestra compañía. Era un hombre atractivo, aunque tendría unos 40 años se conservaba muy bien. Vestía siempre con ropas largas y oscuras, sus ojos eran de un negro carbón muy intenso al igual que sus cabellos. Su piel por el contrario era muy pálida y siempre estaba muy frio. Yo le estaba muy agradecida, porque me acogió cuando era muy niña y me enseño todo lo que se. Le debía la vida. Un día llego a palacio un joven muy apuesto, decía que traía la sabiduría de otros pueblos, que estaría encantado de enseñarla a cambio de aprender lo que nosotros sabíamos. El sultán lo acogió en su palacio y nos ofreció para que enseñáramos al muchacho nuestra sabiduría a cambio de la de él. A mí me encantó la idea, además de que aquel joven me gustaba mucho, pero al Dr. No me hizo mucha gracia aquello. Me ordenó que le mostrara al chico, Averroes, que así se llamaba, los libros y los manuscritos que teníamos y que me encargara de enseñarle todo lo que sabía. El mientras investigaría para crear nuevas medicinas. Me puse manos a la obra, aquel muchacho me tenia absorta, me encantaba pasar tiempo a su lado. El era alto, fuerte, de cabellos castaños y ojos color miel. Su piel era cálida y morena, y su sonrisa era la luz de mis días. Poco a poco deje de ver al Dr. Aunque vivíamos en el mismo palacio. Empecé a preocuparme por él y fui a visitarlo, pero algo en él había cambiado. Sus ojos que siempre habían sido del negro azabache, ahora eran rojos, su piel más pálida y fría que antes. Pensé que había enfermado, que tanto trabajo no era bueno. Pasaron los años, un par o tres, no recuerdo bien, pero Averroes y yo decidimos estar juntos, formar una familia. Esperamos un año más para hacerlo público ante el sultán, aunque creo que era evidente. Para ese entonces el Dr. Hacia largos viajes y se ausentaba durante mucho tiempo del palacio, había cambiado mucho. A falta de un par de meses para cumplir los 25 años, Averroes y yo fuimos hablar con el sultán. Abu, que había sido como un padre para mí, lo aprobó sin ningún problema y me dijo que esperaríamos hasta el día de mi cumpleaños para celebrar dicha ceremonia. El Dr. Vino un par de días después de comunicarle la noticia al sultán, de un viaje a un reino vecino. El mismo Abu le dio la noticia, pero no fue de su agrado. Por lo que hoy en día se, le dijo al sultán que esa ceremonia no podía ser, que yo le pertenecía y que se oponía. El sultán le dijo que en su palacio se haría su voluntad, y aunque le tenía mucho aprecio y le debía muchas cosas, si se negaba sería expulsado del reino. El Dr. Se encerró en su laboratorio y estuvo allí hasta el mismo día de la ceremonia. Aquel 9 de Junio de 1185 debía de haber sido el mejor día de mi vida, un día con el que toda muchacha sueña alguna vez. Las sirvientas del Sultán habían subido a mi habitación ayudarme con el vestido y con los detalles de ese día. Yo estaba radiante, era muy feliz aunque tenía una espina clavada en el corazón por el Dr. El palacio se vestia de gala, habían flores por doquier y una fantástica luz del sol iluminaba cada rincón. Habian sido invitados muchos príncipes y reyes de los reinos vecinos. Durante varios días muchos de los sirvientes del sultán ultimaban los preparativos. Cuando ya estaba lista, les dije a las sirvientas que me dejaran sola unos momentos, entonces alguien llamo a mi puerta. Era el Dr., su cara daba miedo. Sus ojos eran sangre pura y su sonrisa escalofriante. Se acerco a mí muy lentamente, me dijo que estaba preciosa, que siempre lo había sido. Me dijo que el siempre me había amado y que yo nunca me había dado cuenta de eso, y ahora había elegido a otro en su lugar. No supe que decir, me quede callada, con lágrimas en los ojos. Se borro la sonrisa de mi cara. Él me abrazó con fuerza, una fuerza descomunal que impedía que me moviera. Le dije que lo sentía, que no sabía que sus sentimientos hacia mi fueran tan fuertes, pero que el destino había pues a Averroes en mi camino y era el elegido. Me susurro unas palabras que no entendí en el oído, sentí su aliento recorriendo mi cuello, rozándome con sus labios. Me recorrió un escalofrió y sentí una punzada en el corazón. Supe que algo había pasado. Sentí frio y calor. Mi corazón se detuvo. Creí morir. El dolor se apoderaba de cada musculo, de cada hueso, de cada sentido. No podía respirar. El Dr. Me tumbo en la cama mientras yo me retorcía de dolor. Le mire a la cara y pude ver su sufrimiento. Un sufrimiento placentero, un dolor mezclado con alegría. Se acerco a mí y me susurro que ahora seria suya por y para siempre. Aquel dolor, aquella angustia parecía no acabar nunca. A mi mente llegaron recuerdos de mi infancia, de mi madre antes de morir y también vi cosas que jamás había visto antes. Vi un gran bosque oscuro lleno de criaturas extrañas que se alimentaban de sangre. Vi dolor y sufrimiento. Si aquello era la muerte, realmente era muy dolorosa. Deseaba que aquello acabara y al fin descansar en paz. Pero no fue así. Cuando desperté, no sabía dónde estaba. Mire a mi alrededor y lo vi a él, al Dr. Tenía la garganta reseca y me sentía muy débil. Necesitaba beber. Le pedí agua al Dr. Y el rio. Me trajo un vaso lleno, pero por más que bebía mi sed no se calmaba. Entonces sentí un olor muy fuerte que me atraía. Me levante de la cama a pesar de estar muy débil, y fui en busca de aquello. Busque por aquel palacio, perdida , sedienta deseosa de aquello que me atraía tanto. Pero por mas que busque por aquel oscuro y frio castillo no encontré nada. Me quede quieta por un momento, desesperada por que ese deseo desapareciera y entonces escuche una voz en el fondo del pasillo. Me apresure a llegar aquel lugar y allí encontré averroes. Su olor, era eso lo que me había llevado hasta allí, deseaba beber de él, sentir el calor de su sangre en mis labios. Necesitaba calmar esa sed que me producía tanto dolor. Él me reconoció aunque yo había cambiado mucho, mis ojos ahora eran de un color rojo apasionado, y mi tez se había vuelto como la porcelana. Abrí aquella puerta con mis manos y me abalance sobre él. Él me abrazo con fuerza, no le salían las palabras, aunque tampoco le di tiempo a que dijera nada. Pase mi lengua por su cuello, notando como su corazón se aceleraba mas y mas y entonces le mordí. Le mordí y su sangre fue como el pecado más dulce que hubiera probado nunca. No podía parar de succionar sobre su cuello. Hasta que cayó en el suelo. Yo también caí en el suelo, me sentía muy mareada y sin saber muy bien lo que acababa de hacer. Solo sabía que la sed había desaparecido. Cuando volví en mí, no me podía creer lo que había hecho, me había convertido en una bestia que se alimentaba de la sangre humana y acababa de matar al amor de mi vida. Nunca me lo perdonaría, ni se lo perdonaría al Dr. Puesto que él sabía lo que pasaría cuando yo despertara. Cayeron lágrimas por mis mejillas y mis venas se llenaron de odio. Odio hacia la persona que me lo había enseñado todo, la que me había alimentado tantas veces. Le odiaba por encima de todas las cosas. Me levante y Salí de aquel lugar sin mirar atrás y fui en busca del Dr. Lo encontré en una sala que había al final de un largo y oscuro pasillo, en el que había puertas a ambos lados. El Dr. Se encontraba en una mecedora de madera, balanceandose adelante y atrás con movimientos acompasados. Leía un periódico y parecía estar muy concentrado. Mientras avanzaba por aquel largo pasillo, pude darme cuenta de que era capaz de escuchar cualquier sonido por pequeño que fuera y que podía ver mas allá de las puertas que había en el pasillo. Mi ritmo al andar también parecía mucho más ligero de lo que recordaba. Al llegar al Dr. Levanto la vista y me miro. Su cara mostraba la alegría, sonreía con maldad y en sus ojos se veía una frialdad sobrehumana. Me detuve delante de él, pero no fui capaz de pronunciar palabra. Una fuerza se apoderaba de mi ser.cai de rodillas ante él. Comprendí que aunque le odiara debería permanecer a su lado para aprender a sobrevivir en aquel nuevo mundo, con mi nueva no-vida. Pasaron los meses, Estudie muchos libros sobre vampiros, como matarlos y como alimentarse sin tener que matar a humanos. Ideaba planes para poder sobrevivir sola. Aprendí alimentarme solo con animales, me hice más fuerte y poderosa. Quería buscar a más como yo, pero no me atrevía a salir muchos mas allá del bosque en el que se encontraba el palacio. No sabía cómo sería el mundo ahora que yo era una bestia maldita. Un buen día llego una visita al castillo. Hacia como unos 100 años que no veía a nadie más excepto al Dr. El me encerró, me dijo que no me entrometiera en sus asuntos. Lo que él no sabía es que yo en todo ese tiempo había descubierto todos los secretos de aquel tenebroso castillo. Así que me adentre en los escondites allí ocultos y escuche toda la conversación que mantuvieron. El Dr. Hablo de mí, que sabía que no duraría mucho mas entre aquellas paredes. Que había aprendido mucho en este tiempo, y que lo mejor para mi es que me fuera con la familia del señor, para tener una mejor no-vida a la que tenia. El señor con el que hablaba, parecía un hombre muy elegante y con muy buenos modales. Su voz era muy agradable y el muy hermoso. Le dijo que en unos meses vendría a por mí y que me llevaría con su familia. Al despedirse oí al Dr. Nombrarle Sr. Ventrue. Me gusto aquello, por fin saldría del odioso castillo y perdería de vista al Dr. El que me había condenado a vivir eternamente en la oscuridad. Una mañana muy lluviosa y oscura, se escucho a lo lejos el galope de unos caballos a toda velocidad. Su sonido me recordó la libertad, la felicidad de brillar bajo el sol como en mis años como humana. Cuando el carro se aproximo, fui hacia la ventana, y pude observar a dos preciosos caballos negro, de ojos brillantes, llenos de fuerza que tiraban de él. Una vez parado, bajo de el aquel joven encantador, que había visitado anteriormente el castillo. Iba vestido con ropas muy elegantes de color oscuro y llevaba una especie de mascara que le tapaba parte del rostro. Su mirada era fría y observadora. Miro hacia la ventana en la que le observaba. El Dr. Llamo a mi puerta y Me dijo que debía de marcharme con él, que me enseñaría a vivir en la sociedad sin que supieran lo que realmente soy, y que allí seria más feliz. Cogí las pocas cosas que aún conservaba de cuando era humana y sin despedirme de él baje la escalera en dirección al carro que me sacaría de aquel infierno en el que había vivido tantos años. Cuando estuve cerca del señor al cual conocía como ventrue, baje la cabeza en señal de agradecimiento, entonces él cogió mi mano y la beso. Alcé el rostro y pude ver una sonrisa dibujada en su cara. Para mi sorpresa cuando entre allí, me encontré con una dama muy hermosa, la más hermosa que había visto hasta el momento. Ella me miro dulcemente y me sonrió. Yo la miraba asombrada, cautivada por tal belleza. Entonces se presento, su nombre era larygirlmary y me dijo que a partir de ese momento seria mi hermana. Lo que yo no sabia es que iba a ser tan importante para mí en aquellos momentos. Durante viaje lady me había estado poniendo al día en los asuntos del imperio. Me dijo que teníamos otra hermana y que ella era la mujer de thefore, que era el caballero que había venido hablar con el Dr. Mi estado era de euforia, hacía años que no tenía una sensación como aquella. Bajamos del carruaje y llegamos a la puerta del palacio donde nos esperaba nuestra otra hermana, Estefanía. Estefanía era más joven que lady y que yo. También era muy hermosa y dulce. Nos esperaba con el rostro sonriente. Nos saludo entusiasmada. Mis nuevas hermanas me enseñaron el castillo, me dieron ropas nuevas y me dijeron que me preparara para la gran fiesta de bienvenida que iban a dar en el imperio. Una fiesta en mi honor. No sabía cómo agradecerles todo lo que habían hecho por mí sin apenas conocerme. Ellos me lo habían dado todo y yo ni siquiera podía darles nada. Una vez estuve lista, el sr fore me hizo una visita. Me dijo que ellos eran un clan muy respetado en el que habían unas normas a seguir. Las normas eran dominación, fortaleza, presencia y riqueza. Todos los asistentes a la fiesta nos admiraban y deberíamos de saber tratarlos con buenos modales, sin sentirnos superiores, de hermanos a hermanos. Le dije que no debía preocuparse, que estaba muy agradecida por todo lo que habían hecho y que sabría comportarme. Aquella primera fiesta fue el comienzo de mi nueva no-vida. Creí que sería eternamente feliz allí. Los días transcurrían en calma. Me adapte muy bien a mi nueva vida gracias a mis hermanas y a thefore. Todos eran muy amables conmigo. Aprendí a soportar el olor de los humanos que acudían a nuestras fiestas. Conocí a muchos más vampiros. A muchos reyes vecinos y a muchos más clanes. Me hablaron de los clanes rebeldes que no estaban de acuerdo con las normas de los ventrue. Que debía tener cuidado con ellos y con los licántropos y algunos cazadores de vampiros que deambulaban de aquí para allá. Fore nos anuncio un día que quería que en la familia hubieran algunos guardianes y aumentar el número de la familia, así que convocamos una fiesta para reclutar a nuevos vampiros y ponerlos a prueba para saber quien se merecía más llevar el apellido ventrue. En aquella fiesta fueron puestos a prueba muchos vampiros, pero solo algunos pasarían a formar parte de la familia. Mientras los futuros miembros estudiaban y hacían visitas muy a menudo en el imperio, mi hermana lady y fore tuvieron un hijo. Josh, que así llamaron a su hijo, era un vampiro muy dulce, un joven muy educado y con muy buenos modales. En unas de las fiestas que se celebraron en el imperio, conocí a un vampiro. Era alto, de cabello oscuro, sus ojos eran rojos cual rubí, y su sonrisa enamoraba a cualquiera. Aunque no era de muchas palabras encontramos algo que nos hacia necesitar hablar el uno con el otro. Día a día, hablábamos mas, teníamos más cosas en común. Un buen día decidí hablar con fore. Decirle que deimon, que así se llamaba mi vampiro, y yo nos queríamos mucho y que si podía formar parte de la familia. Fore no puso ningún impedimento, y deimon me pidió matrimonio. Todos se alegraban en el palacio. Por fin sería feliz eternamente, o al menos eso pensaba. Por aquel entonces quedarían unos días para que los miembros pasaran la prueba, cuando se desato una gran batalla familiar. The fore había estado ausente durante un tiempo, y mi hermana se había sentido muy sola. Aunque nos tenía a Estefanía y a mí no era suficiente. Pero encontró el cariño que no tenía en otros brazos, en los brazos de un joven illuminati. Cuando thefore volvió y se encontró así las cosas, expulso a ambos del imperio. Aquello me afecto mucho. Llore aunque mis ojos no derramaran lagrimas, sufrí por ella y por nosotras. Las cosas siguieron adelante y se celebro la noche del abrazo en la que los miembros puestos a prueba serian al fin miembros de la familia. La familia aumento en unos ocho miembros. Al principio todos éramos una gran familia, aunque yo echaba mucho de menos a mi hermana lady. Ella formo una nueva familia con el joven illuminati y muchas de las amistades que habíamos hecho en las fiestas. Ella y yo siempre mantuvimos el contacto, ella siempre fue y será mi gran hermana a la que tanto le debo. Con el tiempo, thefore se caso de nuevo con mi otra hermana, Estefanía, la cual se hizo reina. Las cosas empezaron a cambiar de nuevo, muchos de los miembros reclutados la primera vez, no fueron buenos y los expulsamos del imperio, así que volvimos abrir una lista de reclutamiento. Las dos familias, la de mi hermana lady y la nuestra, éramos ventrue, por lo tanto los posibles miembros visitaban ambos reinos sin saber las diferencias que había en cada uno. Esta vez, los vampiros que aspiraban a posibles miembros de la familia parecían mucho más preparados que los primeros. Una noche de reclutamiento en la que estábamos mi hermana Estefanía y yo en el imperio, apareció uno de los posibles miembros de la familia que también tenía amistad con el clan de mi hermana lady. Mi hermana y yo hablamos con el joven varhey de nuestra querida hermana ladygirl, a la cual echábamos mucho de menos. Pero la noche siguiente algo quebró la calma del imperio. Mi hermana se presento con toda su guardia en el imperio preguntando qué había pasado, que las malas lenguas iba hablando de ella. Mi hermana Estefanía y yo le contamos lo que había sucedido. Ella nos recriminó que no deberíamos hablar de nadie y menos sin su presencia. Por suerte la cosa no llego a peores y se soluciono todo sin problemas. Yo pensé que aquello debía de haber sido un malentendido, ya que el joven varhey despertaba en mí una calma que no había sentido con nadie en mis años como vampira. Sin conocerlo apenas confiaba plenamente en el. Además en esos tiempos me sentía muy sola ya que mí amado deimon hacia viajes muy frecuentes para adquirir la sabiduría de otros pueblos. Antes de amanecer fui hablar con el joven varhey, por que no podía creer que él hubiera hecho una cosa así. El me explico que habían jugado con él, y que por su culpa se había organizado tal revuelo. Yo le creí, le dije que no se preocupara que hablaría con mi hermana Estefanía y le explicaría lo sucedido, que podía contar con mi apoyo, sus ojos me decían la verdad. Pero mi hermana Estefanía no quiso hacer caso de lo que le dije. Para ella varhey era un traidor y que no merecía ser miembro de la familia ventrue. Las cosas en el palacio no iban muy bien, o por lo menos eso me parecía a mí. Todos desconfiaban de todos. Los nervios estaban a flor de piel. Hable con thefore, le dije que los nuevos miembros se criticaban unos a otros a espaldas de cada uno y que nadie confiaba en nadie. El me dijo que no adelantara acontecimientos, que dejara que el tiempo pusiera a cada cual es su sitio. Hice lo que él me dijo, puse orden en mi vida, intente ser grata con los futuros miembros hasta que llego el día del abrazo. Una vez transcurrió aquella noche, la familia volvió a aumentar, pero las cosas ya no volverían a ser como al principio, Ya no se celebraban fiestas en el imperio y el silencio reinaba a cada momento. Ya nadie visitaba aquellos lugares, era como una gran maldición. Por suerte Yo seguía hablando con varhey, para mí fue de gran ayuda confiar en él y que el confiara en mi. Nos llevábamos muy bien, creo que no éramos nadie el uno sin el otro. Cuando estaba con él mí tiempo volaba, la soledad desaparecía y mi noche oscura se iluminaba como un día de playa soleado. Con el tiempo varhey me fue contando que tenía previsto crear su propia familia, su propio palacio y que tenía mucho que agradecerme por estar a su lado a cada momento y animarlo a seguir. Varhey con ayuda de su gran amigo sitaelh construyo un gran y hermoso palacio. El palacio veddartha. Aquel sitio era genial. Era un palacio con las paredes bañadas por la luz del sol al atardecer. Con una gran mesa donde reunir a toda la familia, una gran sala de baile para las fiestas. En el centro del palacio los tronos para los reyes visitantes. Una gran biblioteca donde alimentar la mente y relajar el alma. Era el palacio más bonito que había visto nunca. Así pensaba yo y cada una de las personas que lo visitaban a diario. Poco a poco fui dejando a la que había sido mi familia, al igual que mi hermana Estefanía. Nos alejamos. Cada una siguió un camino. Ella formo su familia y yo me quede con varhey y sitaelh empezando a formar una familia a la cual se nos unió isabella, que también pertenecía al imperio ventrue. Así que los cuatro nos teníamos los unos a los otros. Convocamos una reunión para empezar a reclutar miembros y formar nuestra familia. Y a día de hoy, después de siglos y siglos nadando a la deriva, creo que al fin encontrado mi lugar.

ENEAS

Él fue lo último en que pensé al acostarme y lo primero que me vino a la cabeza al levantarme. Sabía que tenía una oportunidad de verle, aunque fuera a lo lejos. No perdía nada al intentarlo. Así que aquella mañana me levante pronto, me arreglé y cogí mi coche para ir en su busca. Solo nos separaban unos 40 km de distancia, pero claro una vez llegara a mi destino tenía que encontrar el dichoso conservatorio donde él estaría grabando. Mientras conducía en mi cabeza solamente estaba él, cada conversación, cada mirada, cada sonrisa…. Pensaba en la cara que pondría él si realmente lo encuentro, si me ve allí plantada, esperando algo o alguien. No sé, tal vez son todo ilusiones mías, todo fantasías de mi mente. A lo mejor es que necesito más cariño del que tengo y por eso le busco a él. Necesitaba comprobar si era real o solo un producto de mi imaginación. Al fin llegue, no eran ni las 9.Perfecto ahora solo quedaba preguntar a alguien para ir al conservatorio. Él estaría allí hasta las 12, no me importaba esperar, por el esperaría todo el tiempo del mundo, se lo merece por como es y cómo me trata. Pregunté a un señor que donde quedaba el conservatorio, me dijo que no era difícil de llegar que en un par de calles lo encontraría. Mi corazón empezó a latir con más fuerza, parecía que se iba a salir de mi pecho, pum pum, pum pum. Al girar la última calle vi un gran edificio “CONSERVATORIO”, un escalofrío recorrió mi cuerpo, pare el coche y espere cerca. No sabía si el llegaría pronto o no, si aparcaría cerca de la puerta o retirado, si iría acompañado o solo… Bajé del coche y me puse a caminar, tal vez para intentar relajarme. En diez minutos empezaron a llegar coches de los cuales bajaban niños de 8 o 9 años, pero él no aparecía. Empecé a pensar que tal vez no era cierto lo que me decía, que simplemente eran escusas para no quedar, a lo mejor él se conformaba con hablar por el MSN y vernos por Cam, pero yo necesitaba algo mas, necesitaba sentir el contacto con su piel, el roce de sus labios, necesitaba tenerle cerca para saber que era real. Una pena inundo mi alma y entre en el coche con la idea de irme y hacer como que nunca cogí el coche, que nunca fui en su busca, seguiría igual con él, porque es alguien muy importante para mí, pero nunca sabría lo que hice aquella mañana. Arranque el coche con lagrimas en los ojos, hice un giro allí mismo para dar la vuelta y de repente apareció un coche delante de mí. Tuve que frenar en seco y el también. Y cuando abrí los ojos y mire al frente ahí estaba el. Salió del coche deprisa y vino a mi ventana a preguntarme si estaba bien, tan dulce, tan amable como siempre. Como había imaginado en mis sueños. No sabía el si me reconocería, aunque realmente debería de hacerlo, nos hemos visto muchas veces a través de la pantalla. Salí del coche, despacio con la cabeza baja, y cuando estuve frente a él, nos miramos, como tantas veces nos habíamos mirado. Nos inundo el silencio, no sabíamos ni que decir ni que hacer. Un calor se apoderaba de mis mejillas y me sonroje. Al fin el, levanto su mano lentamente y me acaricio la mejilla lentamente muy suave como si fuera a romperme. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y de mi boca salió un suspiro. El me pregunto qué hacía allí, porque llevaba los ojos llorosos. No me salían las palabras, solo quería que el tiempo se detuviera, para que aquel instante no acabara nunca. Levanté mi mano y la puse sobre la suya apretándola con cariño sintiendo su calidez. Al fin le dije que venía a verle, y que ya me iba por que no había llegado y justo fue cuando apareció delante de mí. Me sonrió y me abrazo contra su pecho, me dijo que ahora tenía que marcharse pero que a las 12 cuando saliera si yo le esperaba podríamos estar otros 10 minutos juntos. Le dije que le esperaría, que valía la pena esperar por diez minutos. Me beso suavemente en los labios y se fue. Me quede allí sola, con su sabor en mis labios, con su calor en mi mejilla, con su olor en mi cuerpo. Creo que el corazón no me latía, que se había parado en ese momento para recordarlo por siempre. Aquellas tres horas fueron infinitas. Me fui a dar una vuelta por el pueblo, aunque ya había estado allí alguna vez no lo conocía mucho. Tome un café, pero mi mente estaba llena de él, siempre de él. Me hubiera encantado que aquel triste y solo café hubiera sido junto, pasear de la mano, besarnos en cada esquina, llenarnos con ese deseo que nos recorre la piel. A las 11.30 yo ya esperaba impaciente en la puerta del conservatorio, impaciente, ansiosa de sentir sus manos acariciando mi cara y sus labios rozando dulcemente los míos. A las 11.40 le vi aparecer en la puerta, me cogió de la mano y me dijo ven. Nos adentramos a un pasillo oscuro y vacio. Mi corazón latía velozmente, no sabía lo que quería ni donde me llevaba. Saco una llave del bolsillo y abrió una puerta que daba paso a una pequeña habitación. Entramos en ella y cerró la puerta. Me cogió por la cintura y me llevo hasta una pared y se puso delante de mí. Me susurro en el oído que no había podido pensar en otra cosa durante la grabación, que me deseaba y que no podía esperar más este momento. Así empezó a besarme lentamente lo labios, el cuello. Su mano recorría mis mejillas, mi cuello, bajaba por mis pechos y llegaba a mi cintura y así volvía a subir. Mis manos se posaron en su culo, apretándolo con fuerza y nos besamos apasionadamente, torpes sin saber dónde poner las manos, sabiendo que lo que hacíamos era fruto del deseo, de tantas y tantas conversaciones, de tantas y tantas noches pensando el uno en el otro. Las respiraciones se aceleraban y los gemidos eran cada vez más fuertes. Notaba como se le ponía cada vez más dura y se apretaba mas conmigo para que yo la notara, me estaba poniendo a mil. La situación era perfecta, solo teníamos 15 minutos, los dos sabíamos que deseábamos, así que él me dio la vuelta, se bajo en pantalón y dejo salir toda su erección fuera. Me levanto la falda y tiro hacia un lado mi tanga, paso la mano por mi coñito notando su humedad. Mi clítoris se iba haciendo más grande mientras él lo tocaba. Y entonces metió toda su polla dentro de mí moviéndose despacio, haciéndome sentir en cada uno de mis músculos su fuerza. Cada vez se movía con más fuerza haciendo se sentir hasta en lo más hondo de mi. Yo me movía a su ritmo mientras mi mano masajeaba mi clítoris. Sabía que no tardaría mucho en llegar al orgasmo, toda aquella situación me tenía a mil y creo que a él tampoco le quedaría mucho. Seguía con los movimientos acompasados con nuestras respiraciones, le dije que no parara que quería sentirlo dentro de mí, sentir su energía, ganas, quería correrme con ella dentro y que él lo notara. Mis piernas empezaron a temblar, mis gemidos fueron cada vez más fuertes, al igual que sus embestidas. No pares cielo, no pares, le dije- me voy a correr para ti, para que lo sientas. Así me corrí, inundando aquella sala con mis gemidos. El paro de moverse y saco su polla de mi. La cogí con mis manos y empecé a pajearla. Me arrodille delante de el, y empecé a jugar con mi lengua, saboreando los restos de mi orgasmo. Pasaba mi lengua juguetona por todo su sexo, por su capullo, por sus huevos, el se movía deseoso de que la metiera entera en mi boca. La introducir poco a poco, con ligeros movimientos, dentro, fuera, dentro, fuera. El gemía de placer y a mí me volvía loca escucharle tan excitado. Aumente en ritmo, el movía su pelvis a mi compas. Se la comía como hacía mucho que no lo hacía, con ganas de devorarlo, de hacerle mío, de sentir su corrida en mi boca. Vamos córrete- le dije- dámelo todo, si así quiero que me inundes las boca con tu leche. Se corrió, me lleno toda la boca con su placer, saboree toda su corrida, me encanto aquella sensación de poder. Me levante, coloque mi ropa en su sitio. Le mire, aun respiraba rápidamente, le bese y me beso. Me susurro al oído que nunca podría olvidar ese momento. Se subió el pantalón se recompuso de su orgasmo y salimos los dos juntos por la puerta. Me acompaño hasta el coche, me dijo que aun no me había ido, pero que ya me echaba de menos. Le dije que pronto nos volveríamos a ver. Le di un pico en la boca, me subí en el coche y me fui camino a casa. Fue entonces cuando algo me desconcertó, un sonido invadió mis oídos, y sobresaltada abrí los ojos. No me lo podía creer, todo había sido un sueño. Mire a mi alrededor, no sabía dónde estaba. Me senté en la cama y me repuse. Estaba en mi habitación, todos seguía en su lugar. La cama estaba muy revuelta, mire la hora en el despertador y me deje caer en la cama. En mi cabeza aquel sueño no dejaba de dar vueltas, había sido tan real que aun podía notar la excitación. Me levante y fui a lavarme la cara al baño. Me mire al espejo, tenía muy mala cara, pese a que el sueño había sido totalmente placentero. Fui hacia la cocina y me prepare algo para desayunar. Saque el brick de leche de la nevera y me serví un vaso al que añadí un poco de café y un par de cucharadas de azúcar. Lo cogí y me fui al ordenador. Lo puse en marcha, mientras se iniciaba bebí unos sorbos del café con leche, todavía dándole vueltas al sueño. Abrí la página de inicio del MSN, puse mi dirección y mi contraseña y espere a que los muñequitos dejaran de dar vueltas, lo que indicaba que estaba listo para ver a mis contactos en línea. Para mi alegría allí estaba él, conectado y yo deseosa de contarle mi sueño, de que supiera que lo deseo tanto. Nos saludamos, y como siempre me mando una invitación para abrir las cámaras web. Le advertí que no tenía muy buena cara, pero a el no le importaba, yo le gustaba de todos los modos, o por lo menos era lo que él decía. Cuando se conectaron las cámaras nos volvimos a saludar, pero en su cara note un poco de preocupación o de seriedad. Le pregunte que le pasaba y me dijo que estaba un poco mal, porque su mujer terminaba de trabajar al día siguiente y estarían la mayor parte del mes fuera sin poder conectarse. La verdad es que era una mala noticia, pero no se podía hacer otra cosa. Le dije que no se preocupara, que ya sacaríamos tiempo para hablar, que nos dejaríamos mensajes por el MSN y que bueno cuando regresara ya hablaríamos.No me dio tiempo a decirle nada más. Cerró su ventana de repente como tantas otras veces había pasado. Supuse que había llegado su mujer. Aquel día fue el último que hablamos. Le echaba mucho de menos, pensaba en el cada noche, le escribía cada día, algunas veces obtenía respuesta y otras no.