domingo, 16 de mayo de 2010

Epica- Illusive Consensus en español

BUENISIMO ESTE TEMA. ME ENCANTA

MIEDO


Al conocerte tuve miedo, miedo a descubrirme realmente, miedo amarte con todas mis fuerzas, a quererte como a nadie, miedo a no saber sentir, pero sobre todo miedo a perderte.
Logré vencer al miedo, y te ame como a nadie, pero el destino nos quiso separar y ese miedo volvió a mi, se aferró con tal fuerza que me hizo morir...
Morí... mi pensamiento se alejo de ti, renací por dentro. Derrumbe las barreras que me ataban al miedo, mire a mi alrededor y no estabas tu.
Me veía en un resplandor, que me dolió aun mas...
Te conocí...es verdad
te ame... también es verdad, por eso aunque el miedo me haya invadido, pude ser quien soy, lo que quiero y hacia donde voy...

DOLOR


Aunque me duela te has ido, me has dejado sola y herida, pero aunque no estés siempre te llevare en el corazón, por que siempre te querido y siempre te querré, Aunque pase el tiempo siempre estarás conmigo.

CARICIAS


Tus caricias son como pétalos de rosas que suavemente recorren mi piel, que hacen que mi cuerpo se estremezca con cada roce tuyo. Despiertas en mi cada uno de mis sentidos cuando te tengo cerca, y cuando estas lejos en mi pensamiento siempre estas.

viernes, 14 de mayo de 2010

TRISTEZA

Hoy me siento triste, sola, vacia, sin ganas de hacer nada y con ganas de tirar la toalla y empezar una nueva vida. La monotonia de cada dia me vence poco a poco, necesito cambiar hacer cosas diferentes, que cada dia sea una nueva aventura y hoy por hoy no lo es.
Es muy dificil teniendo un trabajo hacer que cada dia sea difente pero al menos si que podria intentarlo. En fin dentro de nada me tngo que ir a trabajar, pero es que hoy no tengo fuerzas ni para eso.

jueves, 13 de mayo de 2010

FANTASIAS

El fue lo último que pensé al acostarme y lo primero que me vino a la cabeza al levantarme. Sabía que tenía una oportunidad de verle, aunque fuera a lo lejos. No perdía nada al intentarlo.
Así que aquella mañana me levante pronto, me arreglé y cogí mi coche para ir en su busca. Solo nos separaban unos 40 km de distancia, pero claro una vez llegara a mi destino tenía que encontrar el dichoso conservatorio donde él estaría grabando.
Mientras conducía en mi cabeza solamente estaba él, cada conversación, cada mirada, cada sonrisa…. Pensaba en la cara que pondría él si realmente lo encuentro, si me ve allí plantada, esperando algo o alguien.
No sé, tal vez son todo ilusiones mías, todo fantasías de mi mente. A lo mejor es que necesito más cariño del que tengo y por eso le busco a él. Necesitaba comprobar si era real o solo un producto de mi imaginación.
Al fin llegue, no eran ni las 9.Perfecto ahora solo quedaba preguntar a alguien para ir al conservatorio. Él estaría allí hasta las 12, no me importaba esperar, por el esperaría todo el tiempo del mundo, se lo merece por como es y cómo me trata.
Pregunté a un señor que donde quedaba el conservatorio, me dijo que no era difícil de llegar que en un par de calles lo encontraría. Mi corazón empezó a latir con más fuerza, parecía que se iba a salir de mi pecho, pum pum, pum pum. Al girar la última calle vi un gran edificio “CONSERVATORIO”, un escalofrío recorrió mi cuerpo, pare el coche y espere cerca.
No sabía si el llegaría pronto o no, si aparcaría cerca de la puerta o retirado, si iría acompañado o solo…
Bajé del coche y me puse a caminar, tal vez para intentar relajarme. En diez minutos empezaron a llegar coches de los cuales bajaban niños de 8 o 9 años, pero él no aparecía.
Empecé a pensar que tal vez no era cierto lo que me decía, que simplemente eran escusas para no quedar, a lo mejor él se conformaba con hablar por el MSN y vernos por Cam, pero yo necesitaba algo mas, necesitaba sentir el contacto con su piel, el roce de sus labios, necesitaba tenerle cerca para saber que era real.
Una pena inundo mi alma y entre en el coche con la idea de irme y hacer como que nunca cogí el coche, que nunca fui en su busca, seguiría igual con él, porque es alguien muy importante para mí, pero nunca sabría lo que hice aquella mañana.
Arranque el coche con lagrimas en los ojos, hice un giro allí mismo para dar la vuelta y de repente apareció un coche delante de mí. Tuve que frenar en seco y el también. Y cuando abrí los ojos y mire al frente ahí estaba el.
Salió del coche deprisa y vino a mi ventana a preguntarme si estaba bien, tan dulce, tan amable como siempre. Como había imaginado en mis sueños. No sabía el si me reconocería, aunque realmente debería de hacerlo, nos hemos visto muchas veces a través de la pantalla.
Salí del coche, despacio con la cabeza baja, y cuando estuve frente a él, nos miramos, como tantas veces nos habíamos mirado. Nos inundo el silencio, no sabíamos ni que decir ni que hacer. Un calor se apoderaba de mis mejillas y me sonroje.
Al fin el, levanto su mano lentamente y me acaricio la mejilla lentamente muy suave como si fuera a romperme.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y de mi boca salió un suspiro. El me pregunto qué hacía allí, porque llevaba los ojos llorosos.
No me salían las palabras, solo quería que el tiempo se detuviera, para que aquel instante no acabara nunca.
Levanté mi mano y la puse sobre la suya apretándola con cariño sintiendo su calidez. Al fin le dije que venía a verle, y que ya me iba por que no había llegado y justo fue cuando apareció delante de mí.
Me sonrió y me abrazo contra su pecho, me dijo que ahora tenía que marcharse pero que a las 12 cuando saliera si yo le esperaba podríamos estar otros 10 minutos juntos. Le dije que le esperaría, que valía la pena esperar por diez minutos. Me beso suavemente en los labios y se fue.
Me quede allí sola, con su sabor en mis labios, con su calor en mi mejilla, con su olor en mi cuerpo. Creo que el corazón no me latía, que se había parado en ese momento para recordarlo por siempre.
Aquellas tres horas fueron infinitas. Me fui a dar una vuelta por el pueblo, aunque ya había estado allí alguna vez no lo conocía mucho. Tome un café, pero mi mente estaba llena de él, siempre de él. Me hubiera encantado que aquel triste y solo café hubiera sido junto, pasear de la mano, besarnos en cada esquina, llenarnos con ese deseo que nos recorre la piel.
A las 11.30 yo ya esperaba impaciente en la puerta del conservatorio, impaciente, ansiosa de sentir sus manos acariciando mi cara y sus labios rozando dulcemente los míos. A las 11.40 le vi aparecer en la puerta, me cogió de la mano y me dijo ven. Nos adentramos a un pasillo oscuro y vacio. Mi corazón latía velozmente, no sabía lo que quería ni donde me llevaba. Saco una llave del bolsillo y abrió una puerta que daba paso a una pequeña habitación. Entramos en ella y cerró la puerta. Me cogió por la cintura y me llevo hasta una pared y se puso delante de mí. Me susurro en el oído que no había podido pensar en otra cosa durante la grabación, que me deseaba y que no podía esperar más este momento.
Así empezó a besarme lentamente lo labios, el cuello. Su mano recorría mis mejillas, mi cuello, bajaba por mis pechos y llegaba a mi cintura y así volvía a subir. Mis manos se posaron en su culo, apretándolo con fuerza y nos besamos apasionadamente, torpes sin saber dónde poner las manos, sabiendo que lo que hacíamos era fruto del deseo, de tantas y tantas conversaciones, de tantas y tantas noches pensando el uno en el otro. Las respiraciones se aceleraban y los gemidos eran cada vez más fuertes. Notaba como se le ponía cada vez más dura y se apretaba mas conmigo para que yo la notara, me estaba poniendo a mil. La situación era perfecta, solo teníamos 15 minutos, los dos sabíamos que deseábamos, así que él me dio la vuelta, se bajo en pantalón y dejo salir toda su erección fuera. Me levanto la falda y tiro hacia un lado mi tanga, paso la mano por mi coñito notando su humedad. Mi clítoris se iba haciendo más grande mientras él lo tocaba. Y entonces metió toda su polla dentro de mí moviéndose despacio, haciéndome sentir en cada uno de mis músculos su fuerza. Cada vez se movía con más fuerza haciendo se sentir hasta en lo más hondo de mi. Yo me movía a su ritmo mientras mi mano masajeaba mi clítoris. Sabía que no tardaría mucho en llegar al orgasmo, toda aquella situación me tenía a mil y creo que a él tampoco le quedaría mucho.
Seguía con los movimientos acompasados con nuestras respiraciones, le dije que no parara que quería sentirlo dentro de mí, sentir su energía, ganas, quería correrme con ella dentro y que él lo notara.
Mis piernas empezaron a temblar, mis gemidos fueron cada vez más fuertes, al igual que sus embestidas. No pares cielo, no pares, le dije- me voy a correr para ti, para que lo sientas. Así me corrí, inundando aquella sala con mis gemidos. El paro de moverse y saco su polla de mi. La cogí con mis manos y empecé a pajearla. Me arrodille delante de el, y empecé a jugar con mi lengua, saboreando los restos de mi orgasmo. Pasaba mi lengua juguetona por todo su sexo, por su capullo, por sus huevos, el se movía deseoso de que la metiera entera en mi boca.
La introducir poco a poco, con ligeros movimientos, dentro, fuera, dentro, fuera. El gemía de placer y a mí me volvía loca escucharle tan excitado. Aumente en ritmo, el movía su pelvis a mi compas. Se la comía como hacía mucho que no lo hacía, con ganas de devorarlo, de hacerle mío, de sentir su corrida en mi boca. Vamos córrete- le dije- dámelo todo, si así quiero que me inundes las boca con tu leche.
Se corrió, me lleno toda la boca con su placer, saboree toda su corrida, me encanto aquella sensación de poder.
Me levante, coloque mi ropa en su sitio. Le mire, aun respiraba rápidamente, le bese y me beso. Me susurro al oído que nunca podría olvidar ese momento. Se subió el pantalón se recompuso de su orgasmo y salimos los dos juntos por la puerta.
Me acompaño hasta el coche, me dijo que aun no me había ido, pero que ya me echaba de menos. Le dije que pronto nos volveríamos a ver.
Le di un pico en la boca, me subí en el coche y me fui camino a casa.

sábado, 8 de mayo de 2010

LA VIDA

La vida da muchas vueltas a lo largo de los años. Nos hace madurar, nos hace reír y llorar, amar y perdonar. En esta vida solemos pasar por muchos estados de animo. Yo muchas veces tengo ganas de llorar, por que tal vez creo que no tengo la vida que merezco, pero realmente cada uno tiene lo que se merece o por lo menos eso dicen.
En diciembre conocí a una persona, alguien que me explico la diferencia entre sentir lo que se hace y hacerlo por simple placer.Según me dijo solo iba a enseñarme el mundo en el cual se movía, la gente con la que salia, en fin que con esa persona supuestamente solo iba a ver amistad. Así que quedamos la recogí y fuimos a dar un vuelta.Hablamos mucho rato, nos reímos, me explicó como son las cosas y como las ve. Lo pasé genial. De vuelta a su casa, nos quedamos un rato en el coche hablando, y cuando menos lo esperaba se abalanzó sobre mi y me besó.Me quedé inmóvil, no sabia que hacer, entonces me dijo que mejor se iba.Dije que no pasaba nada que podía quedarse si quería,pero claro volvió a besarme y sus besos me pusieron cada vez mas nerviosa, me temblaba cada músculo, no sabia que hacer, así que opté por seguir sus besos. Cada vez eran mas apasionados, mas excitantes. Dimos paso a las caricias, a las miradas, la excitación iba en aumento, la respiración se aceleraba. Así su mano se acerco a mi, a mi pierna, subiendo por mi muslo, hasta que llego a mi sexo. Un suspiro salio de lo mas hondo de mi....

jueves, 6 de mayo de 2010

HISTORIA


Miriam, sabes perfectamente lo que debes hacer, no dejes que todo ese odio te queme el alma, porque sabes que no puedes seguir así toda la eternidad.
Juan tenía razón, no podía seguir como un alma en pena por todos los rincones, sólo porque aquel mortal me había abandonado por su Julieta. Yo sabía perfectamente cual era la venganza que debía ejecutar.
-No debes ser compasiva con los mortales y menos con los que te hacen daño, lo sabes.
-Lo sé – le dije, me acerqué a él y le abracé.
Mi dulce Juan, siempre había estado conmigo, desde el principio. Aunque ahora sólo fuéramos amigos, no podíamos vivir el uno sin el otro. Él me convirtió en lo que ahora soy, y creó este lazo indestructible que nos une eternamente. Pase lo que pase, Juan siempre estará aquí conmigo, a mi lado. Y sé que él tiene razón cuando me dice que, o olvido a ese simple mortal o le sirvo la venganza en un plato muy frío.
- Pero tendrás que ayudarme – le dije.
- Lo sé, y sabes que lo haré, mi dulce Princesa.
Me encantaba que me llamara así, cuando esa palabra salía de su boca, sentía que nada podía separarme de él.
- Entonces lo haremos esta noche. – le anuncié.
- ¿Estás segura?.
- Completamente. Quiero que este fuego deje de quemarme el alma, quiero dejar de sentirme triste y desolada, quiero recuperar mis fuerzas, por eso tiene que ser esta noche, no quiero demorarlo más.
- Entonces será esta noche – sentenció mi amado Juan.
Le conté cual era mi plan y tras eso salimos a buscarle.
El mortal estaba cenando con su Julieta en un romántico restaurante del centro de la ciudad. Reían felices y ajenos a lo que les esperaba. Juan y yo entramos en el restaurante. El mortal me reconoció nada más verme. Como no iba a hacerlo, hasta hacía un par de semanas habíamos compartido la misma cama varias noches. Me había susurrado al oído que me amaba, que yo era única y especial. Pero ahora estaba en aquella mesa, acariciando la mano de aquella Julieta, diciéndole que la amaba más que a nada en el mundo. Y mi corazón se quemaba oyendo aquello.
- Tranquila. – me susurró Juan al oído, al ver que aquellas palabras me corroían.
Nos sentamos en una mesa, cercana a la de ellos. Juan se puso dándoles la espalda, frente a mí. Yo podía verles perfectamente desde mi sitio. Un camarero se acercó a nosotros y nos dio la carta.
- ¿Desean tomar algo?
- Dos cafés, muy calientes – pidió Juan. Evidentemente no nos los tomaríamos, pero debíamos tratar de aparentar la máxima normalidad posible.
Juan abrió la carta y empezó a leerla (en realidad no la leía, trataba de escuchar y sentir los pensamientos del mortal y su Julieta), yo hice lo mismo.
Cuando nos trajeron los cafés, el mortal pidió la cuenta. El camarero nos preguntó que íbamos a cenar.
- Todavía no lo tenemos decidido – dijo Juan - ¿verdad, querida?
Afirmé con la cabeza, y el camarero abandonó nuestra mesa.
El mortal dejó el dinero en la bandejita que el camarero le había traído la cuenta, y él y la chica se levantaron de la mesa. Juan y yo esperamos a que salieran del local, entonces también nosotros abandonamos el local.
Les seguimos, hasta que al llegar a una oscura y solitaria calle le dije a Juan:
- Ahora.
Ambos empezamos a volar a gran velocidad, en cinco segundos los atrapamos. Yo cogí a la chica, rodeándola con mis brazos por la cintura. Juan cogió a Othello (mi dulce mortal), aunque este intentó zafarse de sus brazos, pero sin éxito. Juan se situó frente a mí, con Othello delante de él, sujetándolo fuertemente por el cuello.
Yo, sin soltar a Julieta, incliné su cabeza hacía la derecha, y con furia clavé mis dientes en su cuello.
- ¡Noooooooooo! – gritó Othello en un aullido ensordecedor.
Empecé a succionar con fuerza. Y la vi a ella en la cama, con mi dulce Othello entre sus piernas, desnudos ambos, él bombeando contra ella, sudorosos los dos. Les vi jurándose amor eterno.
Miré a Othello, sus ojos vidriosos parecían mirarme con odio, mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas. Sentí su dolor y el mío, y no puede evitar sentirme triste. Seguí succionando, quitándole la vida a Julieta, para llenarme con esa vida. Sentí las calientes lágrimas de sangre saliendo de mis ojos. Aquello era una locura, pero era mi locura, estaba loca de amor por aquel mortal.
Sentí el último suspiro de vida de Julieta, pasando a través de mis venas y la solté, dejándola caer al suelo, ya moribunda. Me abalancé sobre mi amado Othello y clavé mis dientes en su cuello. Juan le soltó. Othello trató de apartarme sin conseguirlo, mientras gritaba:
- ¡Noooo! ¡Noooo! ¡Déjame!.
Pero no le hice caso, succioné su sangre igual que había hecho con la de Julieta, y de nuevo la vi a ella, pero también me vi a mí, y a él. Los dos en la misma cama, amándonos, su sexo dentro del mío, sus manos acariciando mis senos, sus labios besando los míos y su voz susurrándome al oído: "Te amo". Le solté en ese instante, me mordí la muñeca y la acerqué a sus labios:
- ¡Bebe! – le ordené.
- ¡No, Miriam, no me hagas esto! – suplicó él, mirándome con compasión.
- ¡Bebe, condenado mortal! – grité enfurecida, poniéndole mi muñeca sobre sus labios para obligarle a succionar.
Bebió hasta que aparté la muñeca de sus labios. Tras eso, Othello cayó al suelo retorciéndose, sintiendo como su cuerpo moría para volver a renacer como un inmortal. Juan se acercó a mí y me susurró al oído:
- Muy bien Princesa, muy bien. – Su mano acarició una de mis nalgas. Sus labios besaron mi cuello desnudo y una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.
El deseo empezó a surgir en mi, así que arrastré a Juan hacía la pared, él se dejó arrastrar por mí, sabía perfectamente lo que quería de él. Sabía que necesitaba aquello y se dejó hacer. Cuando mi cuerpo se pegó al suyo, su sexo ya estaba totalmente erecto. Así que con suma rapidez ambos nos desnudamos.
- ¡Gina! – gritó Othello.
Pero no le escuché, ya no podía escucharle. Mi corazón ya no le pertenecía, ahora era de Juan, mi dulce Juan, mi oscuro príncipe. Su sexo erecto, expuesto ante mi, parecía pedirme que lo devorara, así que acerqué mi boca a él. Juan puso sus manos sobre mi cabeza, mientras su mirada se perdía sobre Othello.
- ¡La has perdido, condenado imbécil! ¡Las has perdido a ambas! ¡Te advertí que no le hicieras daño a mi princesa o lo pagarías caro! ¡Ja, ja, ja, ja! – su risa sonó como un estruendo en mis oídos, mientras mi boca se cerraba sobre su erecto pene y empezaba a succionar.
Mis colmillos se deslizaron suavemente sobre la caliente carne, y Juan se estremeció. Seguía riendo, mientras yo podía comprobar que dejaba de sentir los pensamientos de Othello; ya era un vampiro casi por completo, y sus pensamientos se cerraban para mí, su creadora.
Me concentré en darle placer a Juan, acaricié sus huevos, mamé su polla y la saboreé.
- ¡Ven Princesa! – me pidió Juan, haciéndome poner en pie.
Me cogió por la cintura, me elevó frente a él, aupándome, y me dejó caer sobre su pene erecto, altivo, llenándome por completo. No abrazamos. Sus labios se posaron sobre mi cuello y los míos sobre el suyo. Comencé a moverme sobre su pene erguido, mientras él me sujetaba por las nalgas, ayudándome a subir y bajar. Yo me apretaba contra él una y otra vez, sintiéndole, llenándome de él. Mi cuerpo estaba ansioso de sentirle, de amarle como hacía mucho tiempo que no le amaba. Nos miramos a los ojos. Y él me dijo:
- Te amo, Princesa, te amo.
- Te amo, mi oscuro Príncipe - le correspondí.
Ambos nos habíamos olvidado ya de Othello, que estaba sentado en un banco, dándonos la espalda, a unos metros de nosotros.
Me sentía llena, y amada, mientras ambos gemíamos y nos estremecíamos de placer, sintiendo la pasión que destilaban nuestros cuerpos. Una pasión única, que sólo podíamos sentir con alguien de nuestra especie.
- ¡Noooooo! – gritó Othello desde el banco, probablemente estaba sintiendo la pasión que había entre Juan y yo en ese momento, descubriendo que mi amor por él estaba muriendo dentro de mí y quemándole su corazón.
Yo seguía cabalgando sobre el erecto pene de mi amado Juan, el fuego de la pasión recorría nuestros cuerpos y nos quemaba dentro. Sentí como su pene se hinchaba dentro de mí, mientras mi vagina le estrujaba. Nuestros movimientos se hicieron vertiginosos y en pocos segundos su esencia se derramó en mi, a la vez que mi cuerpo estallaba en un demoledor orgasmo. Cuando dejamos de convulsionarnos, él me posó sobre el suelo, nos abrazamos y mirándonos a los ojos nos dijimos al unísono:
- Te amo.
No vestimos, y entonces, Othello, sentado y abatido sobre el banco, me preguntó:
- ¿Por qué? ¿Por qué me has hecho esto?
- Porque quitarle la vida a ella y condenarte a ti a la vida eterna era el mejor castigo para reparar el daño que me has hecho.
- Sabes que no lo hice queriendo.- se justificó.
- Si, pero te advertí que amar a un vampiro es duro. Que debía ser para siempre o no podría ser.
- Lo sé, pero no podía amarte eternamente. Lo sabes.
- Lo sé, en el fondo la culpa es mía. No puedo pedirle lo eterno a un simple mortal.
Ambos nos echamos a llorar. Juan que estaba junto a mí, me cogió de la mano y me dijo:
- Vamos, vámonos de aquí.
- ¿Y él? – le pregunté – Sabes que sin nosotros no podrá sobrevivir.
Juan se acercó a Othello y le tendió la mano.
- Anda, vamos, tienes muchas cosas que aprender y seguro que pronto encuentras alguna mortal que te ame eternamente.
Othello se levantó, Juan volvió junto a mí, pasó su brazo por detrás de mis hombros y empezamos a caminar, unos pasos más atrás Othello nos seguía, abatido, mirando el cuerpo inerte de Julieta. Juan me miró, adivinando lo que estaba pensando (él no podía leer mis pensamientos por ser mi creador) y el cuerpo empezó a arder, desvaneciéndose en pocos segundos. Y juntos los tres nos perdimos en la oscura noche.

PRESENTE

Hace como una semana y media conoci a una persona, alguien que buscaba una amiga con la que hablar, a la que contarle su dia a dia, supongo que alguien en quien confiar. Y bueno, yo la amistad no se la niego a nadie, todos merecemos una oportunidad de ser escuchados. Asi que sin dudarlo le di mi direccion de mesenger y empezamos hablar. Me dado cuenta que en el poco tiempo que hemos hablado, las circunstancias no nos permiten mas, que es una gran persona, que se merece todo mi apoyo y que puede confiar en mi plenamente. Asi que, espero pronto llege el dia en que nos veamos en persona.