viernes, 24 de septiembre de 2010

TU

Tú que eres la persona que menos esperaba, tú, que en tan poco tiempo tanto me has demostrado. Tu, que iluminas cada día con tu luz, que llenas de esperanza cada parte de mi, tu, que estas tan lejos y a la vez tan cerca, que te siento a cada momento junto a mí. Tú y solo tú que vives por mí, que amas por mí. Y yo, que muero sin ti, en la lejanía de tus besos, en el silencio de tus palabras. Pero vivo con la esperanza de que algún día tu luz será mi luz, y yo la estrella que te guie. De que seremos dos almas unidas en un solo cuerpo, para amarnos durante toda la eternidad.

SEGUNDO ENCUENTRO


-Aquel día parecía no acabar nunca. Ella solo hacía que pensar en que llegara la noche, en el momento de encontrarse con el cara a cara, de no saber cómo reaccionar. No sabía si la abrazaría o si la besaría o simplemente se mirarían avergonzados, después de tanto hablar por MSN, no debería existir tal pudor, pero en ese momento siempre aparecían los nervios.
Quedaba solo media hora para cerrar la tienda, el corazón se le aceleraba de pensarlo.
Tenía que ir a casa, una ducha rápida y en marcha. Se imagina a él, nervioso, desesperado por que llegara la hora de encontrarse, de cruzar miradas, gestos, palabras....
Llego a casa, por fin, después de una larga jornada de aguantar abuelitas pesadas que no encuentras las cosas. No sabía que ropa ponerse, estaba demasiado nerviosa.
Cogió un vaquero del armario una camiseta bien escotada, eso que no faltara, y se fue a la ducha
En 15 minutos estaba lista. Deseaba llegar allí en cuanto antes, ver si él la esperaba o era ella la que debía esperar.
Saber si cuando estuviera con él, sería como cuando hablaban por MSN.
El era un chico muy dulce, diferente a lo que había conocido antes. Sabia tratarla bien, se preocupaba por ella, le daba en definitiva, lo que otros no la habían sabido dar.
Subió al coche y le dio voz a la radio. Cantaba sus canciones favoritas, para ver si los nervios despearían aunque fuera un poco.
Iba llegando al sitio donde habían quedado. Ella miraba buscándole, era tarde, hacia un poco de frio, no había mucha gente por la calle. Y a lo lejos diviso una silueta, era él, la esperaba de pie, cerca de su coche. Ella enrojeció de verlo de saber que lo tenía tan cerca, que era real, que lo podría tocar en apenas unos momentos.
Cogió aire, aparco y salió del coche con una de sus mejores sonrisas.
El la vio y también dibujo en sus labios una sonrisa. Por fin estaban uno frente al otro, sin pantallas que los separaran, sin teclados para comunicarse.
Se acercaron y se miraron sin decir ni una palabra.
Hablaron con las miradas, con las sonrisas, pero al fin ella le dijo que donde iban, que le apetecía hacer. Entonces él la miro y le dijo:
¿Sabes que me apetece hacer?
Cogió su cara dulcemente entre sus manos y la besó.
La beso lento, rozando sus labios, sintiendo el calor de su Beso. Saboreando su dulce boca sintiendo que al fin estaban juntos

El cogió su mano y la llevo hasta su coche.
Ella no podía dejar de mirarlo, deseaba que los Besos no acabaran nunca, tenerle siempre entre sus brazos.
Fueron a cenar, hablaron de muchas cosas que ya sabían, pero que era mejor oírlas de nuevo cara a cara.
Los dos necesitaban desatar la pasión que habían acumulado esos meses en los que solo se habían comunicado por MSN.
De vuelta al coche el cogió su mano, la acariciaba dulcemente, le gustaba sentir el contacto de su piel suave, el mismo que imaginaba cuando hablaban por el ordenador.
Al llegar al coche, se volvieron a besar, pero esta vez fue con más pasión, con más deseo con un fuego que sería difícil de apagar
Subieron al coche y el la llevo a su casa. Cuando entraron al portar, los besos empezaron a ser por el cuello, suaves mordiscos, que hacían que le recorriera un escalofrío, y le excitaban muchísimo. Las manos recorrían sus espaldas desesperadas buscando un sitio donde poderse agarrar, la ropa descolocada los Besos inacabables.
Llegaron a casa el abrió la puerta, entraron, pero no les dio tiempo ni a encender la luz ambos se abrazaron con fuerza.
Ella le quito la camiseta sin pensárselo, necesitaba tocar su cuerpo desnudo sentir su calor, recorrer con sus manos cada centímetro de él.
Besar ese cuerpo que tantas noches había imaginado en su cama junto a ella.
Lamio con ganas su cuello bajando hasta su pecho, saboreándolo, sintiendo como su corazón se aceleraba cada vez que ella iba bajando más y más
Llego hasta el botón de sus vaqueros notaba como él se excitaba mas y mas,
Le gustaba sentir ese poder.
Jugueteo con su botón, sus manos se deslizaban al rededor de su pantalón.
Volvió a subir recorriendo su cintura, su ombligo, jugueteando con sus pezones hasta llegar a su boca y lo beso con tal pasión que él la tuvo que apartar la puso en la pared y le quito su camiseta toco sus pechos, desesperado ardiente de pasión y de deseo y beso su cuello bajando hasta sus pechos con mucha agilidad paso la mano por detrás de la espalda y desabrocho el sujetador que dejo al descubierto unos pezones muy duros
A causa de la excitación
Ella jadeaba respiraba cada vez más deprisa su corazón se aceleraba, al igual que el de él.
Sin dejar de besarla, la llevo hasta una habitación con una gran cama. La dejo caer y él se dejo caer también. Seguía recorriendo su cuerpo, con sus besos,
con sus manos, llego hasta su pantalón y lo desabrocho, ella lanzo un gran gemido, sabiendo que él se acercaba a su punto de placer.
El jugueteo con el pantalón, pero acabo quitándolo.
Sus besos eran ahora por sus piernas cerca de las ingles, ella estaba cada vez mas excitada sentía como él se acercaba mas y mas, y lo deseaba, deseaba que él la tocase que sintiese como la tenia de excitada.
Puso una mano en la pierna de ella y la recorrió suavemente, hasta llegar a su tanga que toco ligeramente noto que la humedad de ella lo había empapado y su excitación aumento mucho mas, tanto que le quito el tanga sin pensarlo.
Con su mano empezó a tocar su sexo a notar su clítoris excitado, húmedo.
Escuchar como ella se excitaba como gemía jadeaba se movía quería sentirlo
Y él solo de escucharla estaba a 1000 no podía parar, le volvía loco sentirla así, tenerla al fin para él.
Bajo con su lengua y recorrió suavemente todo su sexo, jugueteo con su clítoris, su lengua era muy hábil por aquellos caminos y ella se volvía loca de placer de sentir, le decía que no parara, que lo hacía muy bien y él se excitaba más y más de verla así.
Pero ella también quería hacerle disfrutar a él, no quería llegar ya así, sin que él no disfrutara. Así que le cogió le besó y empezó a Lamer su cuerpo.
Llego al pantalón y se lo quito sin rodeos la tenía muy dura ya.
No estaba mal lo que veían sus ojos, así que empezó acariciarla con su mano,
dulcemente arriba y abajo sin parar, escuchando le excitación de él. Con cada movimiento su lengua rozaba la punta y así se la metió entera en la boca, sintiéndola, saboreándola empezó a moverla dentro de su boca muy despacio metiéndola y sacándola lentamente jugando con ella, viendo como él se moría de deseo, de que fuera más deprisa.
Así volvió a introducirla dentro de la boca y fue moviéndola cada más deprisa.
A ella le encantaba hacer eso, hacerle disfrutar de aquella manera, sabía que después de esta vez habría más y más veces. Le encantaba que estuviera tan excitado. Ella se movía mucho más deprisa, sin parar, más deprisa mirándole, escuchando sus gemidos de placer y a ella eso la volvía loca, hacían que no quisiera parar nunca de hacer aquello.
Seguía con más ganas de recibir el gran premio que conllevaba hacer bien aquel trabajo recibir aquello que buscas con tanto empeño.
Deseaba que él se corriera para ella sentir todo su semen dentro de la boca, sentir su sabor, su fuerza, la cantidad todo para ella eso era lo mejor.
De aquel momento, sentir la excitación, hacía que ella estuviera mucho mas mojada, deseaba que la dijera que parara, que no podía mas y ella seguir y seguir hasta conseguir su propósito. Lego el momento en el que le dijo que no podía más que se iba a Correr. Ella le miro con ojos felinos y así de repente sintió ese líquido caliente, de sabor amargo inundarle la boca, y llegar a la cumbre.
El respiraba muy agitado y ella seguía jugando con su Sexo después de que se hubiera corrido.
Al final se quedaron los 2 dormidos uno al lado del otro.

PRIMER ENCUENTRO


Sin darme cuenta se me hicieron las 10 de la noche, baje de casa con un nudo en el estomago y muy nerviosa. El taxi que me recogía me esperaba en la puerta. Subí sin pensarlo y el taxista se puso en marcha. Sabía perfectamente donde tenía que llevarme, él lo había preparado todo perfectamente.
Salimos de la ciudad, la carretera estaba desierta, pero en mi cabeza habitaban miles de dudas, miles de preguntas que al fin esta noche tendrían una respuesta.
Llegamos a un hotel apartado de la ciudad, el taxista me dio la llave de una habitación. Bajé del coche y me dirigí hacia la puerta, allí me esperaba una hermosa chica que me invito a pasar y cogió mi bolsa de viaje.
La verdad es que el hotel no estaba mal. Tenía una amplia recepción muy bien decorada con sofás clásicos y pinturas en las paredes. Había muchas flores por todos los lados y una gran lámpara colgaba del centro de la habitación. A la derecha habían unas escaleras que daban acceso a las habitaciones y a la izquierda quedaban los ascensores.
La muchacha me dijo que mi habitación estaba situada en la tercera planta. Cogí el gran ascensor y pulse el numero 3. Supongo que como en la mayoría de hoteles el ascensor me aviso cuando paramos en dicha planta.
Cogí aire por la boca y lo expulse por la nariz, tenia los nervios a flor de piel. Por el momento todo había salido como tantas veces habíamos hablado. Solo faltaba encontrarme con él.
Tantas veces lo había imaginado, tantas veces había soñado con él, con aquel momento, que no me podía creer que al fin estuviera ahí.
Recorrí el largo pasillo lleno de puertas, hasta llegar al final que era donde se situaba la habitación número 9. Abrí la puerta con sumo cuidado. Asome mi cabeza hacia el interior. Había poca luz, pero podía distinguir cada detalle. Entre y cerré la puerta tras de mí.
Me paré nada más entrar y mis ojos recorrieron aquella estancia tan bien preparada, parecía un sueño hecho real. Había velas por el suelo de aquella primera estancia y sonaba de fondo una dulce música. Había un aroma que inundaba la habitación e invitaba a relajarse.
Adelante unos pasos más y pude ver otra habitación con una enorme cama llena de pétalos de rosas, y sentí que la música salía de allí. Entre y comprobé que dentro de aquella maravillosa habitación se encontraba una gran bañera llena de agua caliente con mil aromas en ella y una gran cantidad de espuma. Cerca de allí había una mesa con una botella de champan y una notita. Me acerque sigilosa y cogí la nota.
“Mi amor date un baño, relájate, pronto estaré contigo”
Mi corazón palpitaba cada vez más deprisa, mis nervios estaban desbordados. De repente sonaron unos golpecitos en la puerta que me sobresaltaron. Fui abrir. Era la chica de la recepción que me traía mi bolsa, se lo agradecí y se marcho.
Deje la bolsa encima de una mesa y fui al baño. Empecé a quitarme la ropa lentamente disfrutando de aquellos aromas que me invitaban a relajarme.
Una vez desnuda entre en la bañera y me serví una copa de aquel excelente champan. Me recosté y cerré mis ojos. Empecé a relajarme, intente no pensar en nada, pero él se hacía cada vez más presente, deseaba tanto poder verlo, poder tocarlo, tenerlo delante de mí.
Perdí la noción del tiempo imaginándolo conmigo, tanto que no escuche la puerta.
Juan había entrado sigiloso en la habitación. Había ido hasta el baño y estaba en la puerta observándome. Se acerco lentamente a mí y me acaricio la cara con sus labios. Un escalofrió me recorrió y abrí los ojos.
Me encontré con sus ojos verdes, que me miraban con dulzura, con su sonrisa que me iluminaba, al fin lo tenía a mi lado.
Me incorpore en la bañera y Juan se arrodillo en el suelo, cogió mi cara con dulzura sin decir ni una palabra y me beso. Me beso como hacía mucho que no me besaba nadie. Era una sensación de alegría, de victoria, de saber que al fin mi sueño se hacía realidad.
El beso poco a poco se volvió apasionado, intenso, lleno de deseo. Tire de la camisa de Juan y se la quite. Mis manos ardían de deseo de tocar su cuerpo, de sentir su piel ardiente, tenía hambre de él, de hacer nuestras fantasías realidad.
Juan se levanto y se quito apresurado el pantalón y entro en la bañera. Sus manos eran como serpientes en busca de su presa y las mías la presa que huye. Nos deseábamos tanto que las caricias eran torpes, ansiosas de llegar al placer.
Recorrí el pecho de Juan con mis labios, inundándolo de besos, mientras el recorría mis pechos, dibujando mis pezones erectos por la excitación. Su lengua muy hábil jugaba con los lóbulos de mis orejas, haciendo que escalofríos recorrieran mi piel.
Podía notar como la pasión se apoderaba de él, como su excitación crecía a medida que mis manos lo tocaban, que mis labios bebían de los suyos, que mi respiración se convertía en gemidos.
Juan me cogió de las caderas arrimándome a él para que sintiera todo el deseo acumulado durante meses, para que al fin nos uniéramos, para sentirnos el uno al otro, acompasados, dos cuerpos transformados en uno solo.
Nuestros susurros eran como notas de música cada vez más intensas, como un tango en su momento apoteósico, lleno de pasión y desenfreno.
Nos movíamos al mismo ritmo, sin bajar la intensidad, acompañándonos con infinitos besos e innumerables caricias. La habitación estaba inundada de pasión, de calor. Me abrace fuerte a Juan mientras le susurraba en el oído que era todo lo que había deseado, que la esperaba había merecido la pena y que lo amaba con todas mis fuerzas.
Juan mantuvo mi abrazo, mientras me miraba a los ojos dulcemente y me susurraba que me quería, que nunca me fuera de su lado.
Nos quedamos en silencio. Sin movernos, abrazados el uno dentro del otro, disfrutando del momento, de la música de fondo, del aroma que había en la habitación y que habíamos olvidado por completo.
Juan salió de la bañera cogió una gran toalla blanca que había colgada en la pared cerca de la bañera y me invito a refugiarme en ella.
Salí apresuradamente del agua y me deje caer en sus brazos. Me cubrió con la toalla y me llevo hacia la cama. Me tumbé lentamente y Juan se tumbo a mi lado. Nos abrazamos y nos dormimos uno al lado del otro.

OBSERVADA


Aquella noche se había quedado sola en casa. No tenía mucha hambre así que se dio una ducha y se puso una peli en la tele de plasma. Como no la película era de vampiros. Le encantaba, era algo pasional.
Se recostó en el sofá y pulso el play. Empezaron a salir los tráiler de nuevas películas. Por fin empezaba. Presto mucha atención, el principio de la película era lo que más le gustaba a pesar, de que al menos la había visto 20 veces.
El transcurso de la película fue normal, el típico vampiro galán que enamora a la chica guapa y al final la muerde y la transforma. Pero algo paso antes de que llegara ese final. La película se paro, como si se hubiera bloqueado el Dvd, y de repente sonó el móvil.
Diana se sobresalto, fue a por el móvil y miro el numero, no lo conocía así que descolgó y pregunto quién era.
A la otra parte del teléfono una voz muy masculina pregunto por alguien, alguien que no era ella. Así que dijo que se había equivocado y colgó.
Saco el CD del Dvd y le puso reparador para ver si podía arreglarlo. Metió de nuevo el CD en el lector y busco la escena por la que se había quedado. Volvió acomodarse en el sofá y le dio al play.
La escena continuo como tantas otras veces y la película termino. Apago la tele. Fue a la cocina y tomo un vaso de leche antes de irse a la cama, pero mientras estaba en la cocina le pareció escuchar de nuevo el móvil. Salió corriendo en dirección al salón, pero el móvil no había sonado.
Regreso a la cocina, el vaso de leche se había calentado demasiado en el microondas, ahora tenía que esperase un poco más. Saco la banqueta que había debajo de la pequeña mesa blanca de la cocina y se sentó. Entonces le vino a la cabeza la misteriosa voz de aquel hombre que la había llamado por error.
Recordó que hablaba en un tono más bien suave, con un acento que no era de la zona y realmente una voz muy sensual.
Se dejo llevar por la imaginación y empezó a crearse una fantasía en la cabeza.

Allí mismo, sentada en aquel taburete de la cocina, imagino que aquel hombre la observaba, que miraba cada movimiento que ella estaba haciendo, que la deseaba y que cada noche se sentaba en una ventana próxima a la suya solo para contemplarla.
Las manos de Diana empezaron a recorrer sus muslos desnudos, ya que solo vestía con una camiseta y un tanga, a imaginar que eran las manos de aquel extraño las que la acariciaban, las que hacían que se excitara con cada roce. Diana seguía recorriendo su cuerpo, subía por su cintura hasta llegar a sus pechos, los cuales se habían endurecido por la excitación.
Su boca se entre abría dejando paso a susurros deseosos.
Entonces algo la despertó de aquella fantasía. El teléfono sonaba de nuevo. Sobresaltada salió corriendo al salón y descolgó. Casi no le salían las palabras. Era el de nuevo. No podía ser que se volviera a equivocar, pero tampoco podía ser real lo que acababa de imaginar. Volvió a decirle que se había equivocado. El pidió disculpas y colgó.
Diana fue a la cocina, se bebió el vaso de leche que ya se había enfriado y se fue a la cama.
Intento dormirse, pero no podía dejar de dar vueltas. En su cabeza retumbaba aquella extraña y dulce voz, que la causaba tal deseo, que hacía que sus manos se movieran solas atreves de su cuerpo. Esa voz la hacía arder en deseo de verle el rostro aquel hombre, que la deleitara con sus caricias y sus besos apasionados. Que susurrara en su oído cuantas noches la habia deseado, cuantas noches la habia observado sin poder tocarla, y ahora la tenía bajo su poder. Conocía cada detalle de ella. La ropa interior que usaba. Había visto todos sus conjuntos, sabia cuando ella tenía citas, cuando alguien iba a casa. Sabía cuando se masturbaba, lo sabía todo.
Y ella inconsciente de aquello ardía de deseo de que fuera real, de que algún día llamara a la puerta y sin decir palabra la hiciera suya.
Las manos de Diana jugaban en la humedad de su clítoris, moviéndose lentamente, dibujando pequeños círculos
Notando como cada vez estaba más y más excitada. Cuando notaba que le excitación pasaba a mas recorría su cuerpo con ellas, sus caderas, su ombligo, sus pechos.
A ella le gustaba jugar, disfrutar de su cuerpo, sentir el placer en cada rincón. Su Sexo estaba ansioso de sentir placer interior, de sentir a ese hombre misterioso que habitaba en su cabeza.
Se incorporo levemente en la cama y abrió el cajón de la mesilla de noche y saco de allí un vibrador. Lo toco como si fuera el miembro erecto del hombre misterioso. Jugó con él, lo lamio, lo metió en su boca, lo paso por sus pechos y llego a su Sexo.
Estaba muy excitada, tanto que no tuvo dificultad de sentirlo dentro, moviéndolo lentamente, sintiéndolo más y más profundo.
Y así poco a poco fue aumentando la intensidad de los movimientos, más rápidos, cada vez más. Sacaba el vibrador de su cuerpo y lo volvía a meter unas veces despacio y otros muy deprisa. Su clítoris era 2 veces el tamaño normal. Cada vez que entraba y salía lo rozaba con el vibrador produciendo un pequeño gemido que salía de su boca.
No podía parar de jugar, de sentirlo bien dentro, como si fuera el moviéndose sin parar. Estaba a punto de llegar al final, de sentir el deseo, el placer....
Y ahhhhh, uhmmmm
Todo exploto, Diana dejo caer los brazos sobre la cama, extasiada pero con la sonrisa en los labios.
Se recompuso, respiro y fue al cuarto de baño asearse un poco.
Cuando volvió a la habitación dispuesta por fin a dormir, fue a bajar la persiana y vio frente a su ventana una silueta de alguien que la observaba....
(FIN)

ENEAS 2

Fue entonces cuando algo me desconcertó, un sonido invadió mis oídos, y sobresaltada abrí los ojos. No me lo podía creer, todo había sido un sueño.
Mire a mi alrededor, no sabía dónde estaba. Me senté en la cama y me repuse. Estaba en mi habitación, todos seguía en su lugar. La cama estaba muy revuelta, mire la hora en el despertador y me deje caer en la cama.
En mi cabeza aquel sueño no dejaba de dar vueltas, había sido tan real que aun podía notar la excitación.
Me levante y fui a lavarme la cara al baño. Me mire al espejo, tenía muy mala cara, pese a que el sueño había sido totalmente placentero.
Fui hacia la cocina y me prepare algo para desayunar. Saque el brick de leche de la nevera y me serví un vaso al que añadí un poco de café y un par de cucharadas de azúcar. Lo cogí y me fui al ordenador.
Lo puse en marcha, mientras se iniciaba bebí unos sorbos del café con leche, todavía dándole vueltas al sueño.
Abrí la página de inicio del MSN, puse mi dirección y mi contraseña y espere a que los muñequitos dejaran de dar vueltas, lo que indicaba que estaba listo para ver a mis contactos en línea.
Para mi alegría allí estaba él, conectado y yo deseosa de contarle mi sueño, de que supiera que lo deseo tanto.
Nos saludamos, y como siempre me mando una invitación para abrir las cámaras web. Le advertí que no tenía muy buena cara, pero a el no le importaba, yo le gustaba de todos los modos, o por lo menos era lo que él decía.
Cuando se conectaron las cámaras nos volvimos a saludar, pero en su cara note un poco de preocupación o de seriedad.
Le pregunte que le pasaba y me dijo que estaba un poco mal, porque su mujer terminaba de trabajar al día siguiente y estarían la mayor parte del mes fuera sin poder conectarse.
La verdad es que era una mala noticia, pero no se podía hacer otra cosa.
Le dije que no se preocupara, que ya sacaríamos tiempo para hablar, que nos dejaríamos mensajes por el MSN y que bueno cuando regresara ya hablaríamos.
No me dio tiempo a decirle nada más. Cerró su ventana de repente como tantas otras veces había pasado. Supuse que había llegado su mujer.
Aquel día fue el último que hablamos. Le echaba mucho de menos, pensaba en el cada noche, le escribía cada día, algunas veces obtenía respuesta y otras no.
Casi acabando agosto apareció de nuevo, conectado, feliz. Me dijo que el sábado estaría solo, que era la oportunidad que habíamos estado esperando todo el tiempo.
Su mujer se iba de despedida y no volvería a casa a dormir. La propuesta me gusto, pero me asustaba un poco la idea de ir a su casa. ¿Y si su mujer volvía antes? No quería que pasara algo, el no se lo merecía.
Le dije que lo pensaría, pero que no le aseguraba nada. Durante la semana estuve dándole vueltas, me apetecía mucho estar con él, convertir mis sueños en realidad, pero por otro lado no quería arriesgarme a que nos pillaran. Además tenía un presentimiento en la cabeza, como que no era el mejor momento para quedar. Por qué pasaría algo.
El viernes volvimos a coincidir, el me había escrito algo en su blog. Como imaginaba que sería la noche del sábado si al final me decidía a ir.
Me encantaba su manera de imaginar las cosas, de escribirlas, tenía tantas ganas de poder hacerlas realidad.
Le dije que el sábado por la mañana le diría algo seguro, y que si no coincidíamos que hablaríamos por la noche.
El sábado por la mañana ahí estaba el, esperándome conectado, para ver qué decisión había tomado. Le dije que aun tenía el presentimiento de algo malo, pero las ganas de estar con él podían.
Me dijo que a partir de las 23.00 podía ir. Aquel sábado me paso volando en el trabajo.
Llegue a casa, cene, me di una ducha y me fue camino de su casa.
Cuando ya estaba un pueblo antes del suyo, me encuentro que todos los caminos están cortados, que no se puede acceder por ahí. Menuda mierda pensé, ya sabía yo que algo tenía que pasar. Me pare donde pude y le llame. Tío que mal, le dije. El con la voz apagada me dijo que se imaginaba que había pasado algo por qué no me había visto conectada. Me empecé a reír, ese no era el problema. Le dije que estaba de camino, pero que no podía acceder allí de ningún modo que yo supiera.
Me explico otra forma de llegar, así que me puse manos a la obra. Pero hasta ahí llegaba mi suerte. Por más vueltas que di no fui capaz de llegar.
No podía ser, no me lo podía creer. Desde las 23 que había salido de casa y era casi las 1 y todavía estaba dando vueltas con el coche.
Le llame, le dije que iba de vuelta a casa, que había encontrado el camino para volver, pero no el de llegar. El me dijo que me quedaba la opción de la autovía, pero que si era muy tarde que daba igual, que ya quedaríamos en otra ocasión. Le dije que no podía dejar pasar aquella oportunidad, que no sabía cuándo podría repetirse. Así que fui dirección a la autovía.
Llegue bastante rápido, pero al entrar al pueblo cogí una dirección equivocada. Le llame y le dije por donde iba, me dijo que buscara un Iglesia y que aparcara cerca. Al fin llegaba mi suerte porque al girar la primera calle di con aquella iglesia.
Aparque y me dijo que fuera en contra dirección de los coches, que pasaría un colegio y enseguida estaría en su casa.
El corazón me latía a 100 por hora, al fin íbamos a estar juntos.
La puerta de aquella casa estaba entornada, al empujarla para entrar el tiro desde dentro, dejándome paso.
Allí estaba el, con una sonrisa en sus labios, dándome paso. Fuimos a la sala donde estaba la tele y un sofá rojo. Me pregunto si quería algo. Yo pedí agua. Fue a la cocina y me trajo un vaso lleno. Bebí un sorbo y nos sentamos en el sofá.
Me moría de la vergüenza, y el no paraba de mirarme. Me hacía gracia verlo allí al fin.
Poco a poco se fue acercando a mí. Sus manos empezaron acariciar las mías, recorriéndolas y subiendo por mis brazos muy suave.
Sus labios buscaron los míos, fundiéndonos en un beso suave, lento. Mis manos buscaban las suyas, que recorrían mis piernas y lentamente subían por mis pechos.
El me observaba, miraba mi cuerpo, lo tocaba con suavidad, como dibujándolo de nuevo, y sus labios lo recorrían dándole color.
Cogió mi mano y la llevo a su sexo, estaba realmente excitado y a mí me estaba excitando también.
Mi mano empezó a recorrerle a presionar sobre su sexo, a notar como cada vez estaba más y mas duro. Le desabroche el botón del pantalón y él se los quito. Me encantaba lo que veía, mucho mejor de lo que me había imaginado, de lo que tantas noches había soñado.
Desabroche mi sujetador, y deje libres mis pechos, el los recorrió con su lengua, jugueteando con mi pezón. Mientras mis manos le quitaban el bóxer y dejaban ver toda su hombría. Se sentó en el sofá y empecé a besarle el pecho, bajando lentamente por su abdomen hasta llegar a su sexo duro y erecto.
Tenerlo entre mis manos me excitaba muchísimo. Lo acerque poco a poco a mi boca, jugueteando dulcemente con él. Mi lengua recorría su sexo húmedo, disfrutando de su sabor y de los gemidos que Eneas producía a causa del placer.
Introducí su sexo en mi boca, recorriéndolo con lentitud, sintiendo como cada vez estaba más duro dentro de mi boca, como al llegar al fondo latía dentro de mí. Me encantaba esa sensación de saber que él estaba disfrutando al máximo, que le volvía loco lo que yo le hacía.
El sujetaba mi cabeza, para mantenerla dentro de mi boca hasta el fondo y entonces sacarla, para enseguida volver a introducirla hasta mi garganta.
Estuve un rato jugando con él, haciéndole disfrutar. Luego nos besamos de nuevo y el busco el botón de mi pantalón, que desabrocho con facilidad.
Mis pantalones se deslizaron por mis piernas, y sus manos dibujaron mis muslos descubiertos, hasta llegar a mi culote. Me lo quito sin prisa, pero sin pausar ningún movimiento. Entonces se arrodillo delante de mí, y suavemente abrió mis piernas. Su lengua se deslizo entre mis labios, en busca de mi clítoris, que ya estaba excitado.
Su lengua serpenteaba en mi interior, haciendo que me estremeciera cada vez que me recorría y succionaba mi sexo. Mis gemidos iban en aumento, mi corazón latía cada vez más deprisa y mis movimientos se acompasaban a los movimientos de su lengua.
Lo hacía de maravilla, me estaba volviendo loca, no tardaría mucho en llegar al cielo, y él quería sentirme. Quería que lo hiciera mientras es dibujaba una y otra vez cada parte de mi interior.
Y así llego, mis gemidos muy elevados, llegaba, se lo dije, pero aun así siguió sintiéndome, notando mi humedad, saboreándome.
Me quede quieta, con la respiración agitada. Entonces él me beso, sintiendo mi sabor, disfrutándolo juntos. Se sentó junto a mí y me abrazo.
Me pregunto si estaba bien, le dije que mejor que nunca, que hacía mucho tiempo que no sentía algo así.
Recorrí su cuerpo con mis manos de nuevo y volví a jugar con su sexo en mi boca, hasta que de nuevo estuvo bien dura.
Me puse de rodillas en el sofá y él se puso detrás de mí. Con sus dedos empezó a buscar mi sexo húmedo e introduciéndolos dentro de mí. Los movía delicadamente y cuando los sacaba recorría el trayecto hasta mi culito y empezaba a introducirlos allí. Eso me volvía loca. No pares le dije.
Cada vez mas excitados los dos, me pregunto qué era lo que más deseaba, y le dije que deseaba sentirlo dentro de mí.
Así empecé a sentirle poco a poco dentro de mí, entrando lentamente, moviéndose poco a poco, hasta que estuvo dentro de mí.
Entonces empezó a moverse cada vez más rápido, mientras yo me movía al unísono con él, sintiéndolo dentro, haciéndome disfrutar al máximo. Mis manos recorrían mi sexo, mojado de la excitación, tocaban sin para mi clítoris y entonces ocurrió de nuevo, mientras él me decía que le volvía loco, volví a correrme y caí rendida en el sofá.
Entonces él se puso delante de mí, y empecé a tocarla con mis manos, para luego meterla de nuevo en mi boca, y moverla como nunca, sin parar, hasta que sus piernas empezaron a temblarle y supe que al fin llegaba su momento.
La movía dentro de mi boca sin parar, esperando que llegara para saborear tan preciado tesoro. Para sentir lo que toda la noche había estado esperando. Así que sentí su gran corrida dentro de mi boca, el calor de su leche recorriendo mi lengua, pasando por mi garganta. Ese sabor que hace únicos a los hombres. Fue genial.
El se sentó a mi lado, agotado, pero con una sonrisa en la boca. Empezó acariciarme y a besarme.
Nos quedamos abrazados un buen rato, pero yo tenía que volver a casa, aunque no quería irme de su lado.
Siempre recordare aquella maravillosa noche, esa noche que tanto tiempo espere y al final fue mejor de lo que había soñado.