viernes, 24 de septiembre de 2010

OBSERVADA


Aquella noche se había quedado sola en casa. No tenía mucha hambre así que se dio una ducha y se puso una peli en la tele de plasma. Como no la película era de vampiros. Le encantaba, era algo pasional.
Se recostó en el sofá y pulso el play. Empezaron a salir los tráiler de nuevas películas. Por fin empezaba. Presto mucha atención, el principio de la película era lo que más le gustaba a pesar, de que al menos la había visto 20 veces.
El transcurso de la película fue normal, el típico vampiro galán que enamora a la chica guapa y al final la muerde y la transforma. Pero algo paso antes de que llegara ese final. La película se paro, como si se hubiera bloqueado el Dvd, y de repente sonó el móvil.
Diana se sobresalto, fue a por el móvil y miro el numero, no lo conocía así que descolgó y pregunto quién era.
A la otra parte del teléfono una voz muy masculina pregunto por alguien, alguien que no era ella. Así que dijo que se había equivocado y colgó.
Saco el CD del Dvd y le puso reparador para ver si podía arreglarlo. Metió de nuevo el CD en el lector y busco la escena por la que se había quedado. Volvió acomodarse en el sofá y le dio al play.
La escena continuo como tantas otras veces y la película termino. Apago la tele. Fue a la cocina y tomo un vaso de leche antes de irse a la cama, pero mientras estaba en la cocina le pareció escuchar de nuevo el móvil. Salió corriendo en dirección al salón, pero el móvil no había sonado.
Regreso a la cocina, el vaso de leche se había calentado demasiado en el microondas, ahora tenía que esperase un poco más. Saco la banqueta que había debajo de la pequeña mesa blanca de la cocina y se sentó. Entonces le vino a la cabeza la misteriosa voz de aquel hombre que la había llamado por error.
Recordó que hablaba en un tono más bien suave, con un acento que no era de la zona y realmente una voz muy sensual.
Se dejo llevar por la imaginación y empezó a crearse una fantasía en la cabeza.

Allí mismo, sentada en aquel taburete de la cocina, imagino que aquel hombre la observaba, que miraba cada movimiento que ella estaba haciendo, que la deseaba y que cada noche se sentaba en una ventana próxima a la suya solo para contemplarla.
Las manos de Diana empezaron a recorrer sus muslos desnudos, ya que solo vestía con una camiseta y un tanga, a imaginar que eran las manos de aquel extraño las que la acariciaban, las que hacían que se excitara con cada roce. Diana seguía recorriendo su cuerpo, subía por su cintura hasta llegar a sus pechos, los cuales se habían endurecido por la excitación.
Su boca se entre abría dejando paso a susurros deseosos.
Entonces algo la despertó de aquella fantasía. El teléfono sonaba de nuevo. Sobresaltada salió corriendo al salón y descolgó. Casi no le salían las palabras. Era el de nuevo. No podía ser que se volviera a equivocar, pero tampoco podía ser real lo que acababa de imaginar. Volvió a decirle que se había equivocado. El pidió disculpas y colgó.
Diana fue a la cocina, se bebió el vaso de leche que ya se había enfriado y se fue a la cama.
Intento dormirse, pero no podía dejar de dar vueltas. En su cabeza retumbaba aquella extraña y dulce voz, que la causaba tal deseo, que hacía que sus manos se movieran solas atreves de su cuerpo. Esa voz la hacía arder en deseo de verle el rostro aquel hombre, que la deleitara con sus caricias y sus besos apasionados. Que susurrara en su oído cuantas noches la habia deseado, cuantas noches la habia observado sin poder tocarla, y ahora la tenía bajo su poder. Conocía cada detalle de ella. La ropa interior que usaba. Había visto todos sus conjuntos, sabia cuando ella tenía citas, cuando alguien iba a casa. Sabía cuando se masturbaba, lo sabía todo.
Y ella inconsciente de aquello ardía de deseo de que fuera real, de que algún día llamara a la puerta y sin decir palabra la hiciera suya.
Las manos de Diana jugaban en la humedad de su clítoris, moviéndose lentamente, dibujando pequeños círculos
Notando como cada vez estaba más y más excitada. Cuando notaba que le excitación pasaba a mas recorría su cuerpo con ellas, sus caderas, su ombligo, sus pechos.
A ella le gustaba jugar, disfrutar de su cuerpo, sentir el placer en cada rincón. Su Sexo estaba ansioso de sentir placer interior, de sentir a ese hombre misterioso que habitaba en su cabeza.
Se incorporo levemente en la cama y abrió el cajón de la mesilla de noche y saco de allí un vibrador. Lo toco como si fuera el miembro erecto del hombre misterioso. Jugó con él, lo lamio, lo metió en su boca, lo paso por sus pechos y llego a su Sexo.
Estaba muy excitada, tanto que no tuvo dificultad de sentirlo dentro, moviéndolo lentamente, sintiéndolo más y más profundo.
Y así poco a poco fue aumentando la intensidad de los movimientos, más rápidos, cada vez más. Sacaba el vibrador de su cuerpo y lo volvía a meter unas veces despacio y otros muy deprisa. Su clítoris era 2 veces el tamaño normal. Cada vez que entraba y salía lo rozaba con el vibrador produciendo un pequeño gemido que salía de su boca.
No podía parar de jugar, de sentirlo bien dentro, como si fuera el moviéndose sin parar. Estaba a punto de llegar al final, de sentir el deseo, el placer....
Y ahhhhh, uhmmmm
Todo exploto, Diana dejo caer los brazos sobre la cama, extasiada pero con la sonrisa en los labios.
Se recompuso, respiro y fue al cuarto de baño asearse un poco.
Cuando volvió a la habitación dispuesta por fin a dormir, fue a bajar la persiana y vio frente a su ventana una silueta de alguien que la observaba....
(FIN)

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